El tempura es muy conocido a través de la cocina de origen japonés. Sin embargo, esta delicia se la debemos a los europeos. Se cree llegó al país oriental gracias a navegantes portugueses que tocaron tierra japonesa casi por casualidad.
Al encontrarse en plena guerra se dio cabida al intercambio comercial (armas), de culturas y gastronomía; llegando de esta manera las famosas judías verdes fritas; de aquí fueron naciendo otras combinaciones, como la de tempuras con pescados y mariscos, tal y como los conocemos el día de hoy. Generalmente, se sirven en restaurantes de sushi y pescado, pero también podemos encontrarlos como entradas a otros platos.
Por otro lado, los langostinos ya se mencionan desde la época de los romanos en donde se comían junto a erizos y otros frutos del mar. La facilidad para su pesca (arrastre) lo colocaron como un elemento básico en las familias de la época.
Al preparar esta receta los detalles a cuidar son muy importantes; en primer lugar no debe quedar “grasoso” o chorreando aceite, el recubierto debe ser crujiente y el interior muy jugoso. Además, si no llega caliente a la mesa del comensal, se ha perdido parte del mérito. Un gran reto para los chefs y encargados de cocina.
La harina de tempura es un ingrediente que no puede faltar en la preparación. Si no lo encuentras en tu supermercado de confianza ¡no te preocupes! también puede sustituirse por harina de trigo con maicena y huevo; es vital que los mariscos queden muy limpios por dentro y por fuera y se adoben previamente para asegurar su buen sabor. Luego de poner en práctica esta receta podrás adaptarla a vegetales y carnes.
Puedes acompañarlos con una salsa de soya y le darás un plus a tu platillo final. ¡Todos querrán repetir!