El muy conocido falafel es un platillo de origen oriental, asociado al líbano. En la mayoría de los países puede conseguirse en los restaurantes de comida árabe y así se ha grabado en la mente del consumidor. El proceso de elaboración puede variar dependiendo de cada ciudad o receta; pero en su mayoría se realiza en forma de croquetas y su base es el garbanzo. Una de sus características más peculiares es que el grano no atraviesa algún proceso de cocción; simplemente se remoja por algunas horas (preferiblemente toda la noche). Es importante hacerlo con un día de anticipación y obtendrás mejores resultados. La consistencia del falafel será clave para que no se desmorone o se dificulte el proceso de freírlos. Por esto, no debe hacerse caso omiso de esta recomendación.
Son uno de los consentidos de los vegetarianos y celíacos. Generalmente, son acompañados con una salsa con el mismo ingrediente principal. La fama del falafel ha dado paso a nuevas combinaciones perfectas para
los paladares más exigentes. Uno de los casos más emblemáticos es el yogurt. En conjunto arman la entrada perfecta para cualquier ocasión. Puede optarse por el de origen animal o el de soja.
La salsa de yogur se relaciona con los países mediterráneos quienes la han vuelto líder en la cocina. Así mismo, es una infalible en la India y países de Medio Oriente. También es importante la cantidad de condimentos y vegetales que utilices para dar sabor. Inclínate por el ajo, hierbas, sal y limón.
Para servirlos puedes decorar con algunas hojitas de cilantro, de albahaca o acompañar con una ensalada de vegetales. Esta receta es fácil y sencilla, por esto queremos compartirla contigo, amante de la buena cocina. ¡Te fascinará el resultado y querrás hacerla una y otra vez!