La empanada chilena se sirve en forma individual y es más conocida por “empanadas de pino”.
El ingrediente que le da todo el sabor y color a nuestra empanada es el sabroso pino. La mezcla perfecta entre la cebolla, carne de vacuno, aceituna, huevo y pasas fue una mezcla de diversos ingredientes que se encontraban en nuestro país que fueron añadidos por los españoles para realizar la empanada.
Antecedentes previos indican que los Mapuche llamaban a esta mezcla “Pirru” que posteriormente derivó en lo que hoy conocemos como pino.
Se suele acompañar con un buen vino tinto, generalmente alrededor de la parrilla del asado.
Las empanadas chilenas son sin duda un plato fundamental en cualquier cocina de nuestro país.
A pocos días de comenzar a celebrar un nuevo mes de la patria, estas exquisiteces comienzan a tomar importancia en la dieta diaria de los chilenos.
Pero ante este creciente apogeo de su sabor y condimentos ¿cuál es el origen de nuestra empanada?
Para eso, debemos cruzar el Atlántico y llegar hasta España.
La empanada apareció en Chile, cuando aún don Pedro de Valdivia no terminaba de poblarnos. Con el correr del tiempo se transformo en comestible criollo, horneada o frita en grasa rellena de “Pirru”, vocablo indígena que llamo así al picadillo de carne, huevo, pasas, cebollas, color, ají.
Pese a todo lo averiguado, los historiadores de la empanada no han logrado ubicar el sitio exacto de su nacimiento. Inútiles han sido los esfuerzos de hombres tan serios en estos trajines como el investigador, Eugenio Pereira Salas o el Folklorólogo Oreste Plath.
Las empanadas se pierden en los siglos y en las civilizaciones.
Hay un cuadro de la Santa Cena que data de 1962, y que se conserva en la sacristía de la Catedral de Santiago (España) donde aparece la empanada.