El brócoli es un vegetal rico en hierro, calcio, vitamina K, ácido fólico, antioxidantes y bajo en calorías. Además, ayuda a cuidar la piel, previene el cáncer y contribuye en la pérdida de peso. Por esto, debemos procurar mantenerlo en nuestra dieta diaria. Su origen se atribuye a las costas mediterráneas, entre Grecia y Siria. Posteriormente, fue llevado a Italia y el resto de Europa. Su expansión por el mundo se considera obra de navegantes de diferentes culturas. En principio, se cultivaba con el fin de obtener sus propiedades curativas y bondades para la salud, combatía los problemas estomacales, el dolor de cabeza, entre otros. Es muy usado en las dietas y preferido por los vegetarianos.

Puedes encontrarlo en casi todos los supermercados a finales y comienzos de año, pues es la temporada indicada para su producción.

Sin embargo, hay quienes prefieren no consumirlo en su estado natural, su sabor no les parece tan atractivo. Por esto, se han ideado infinidad de recetas que lo incluyen, entre ellas, el brócoli gratinado. Se trata de una técnica de la cocina que busca crear una capa externa, crujiente y dorada que mantenga los sabores originales de los alimentos. Se crea añadiendo queso parmesano, pan rallado o salsa bechamel. Es una opción perfecta para “convencer” a los niños de consumirlo y, además, hará que no se cansen de él.

Antes de iniciar la preparación es importante lavar muy bien el brócoli, pues puede contener residuos de pesticidas e insectos. El resultado del platillo será sencillamente delicioso y tendrá un aspecto muy vistoso por la mezcla de colores. Tus hijos querrán repetir una y otra vez.

¡Anímate a prepararlo!